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domingo, febrero 14, 2016

Malinche


Malinche sirve a Laura Esquivel para construir una ventana en la que el lector se asoma a la forma de ver el mundo de los pueblos indígenas, a un pasado que debemos reintegrar en nuestras vidas, porque los mexicanos preferimos regodearnos en la idea de que somos producto de un abuso, y este concepto de que somos abusables, conquistables o de que no hay salida, nos hace caer una y otra vez en manos de gente que no nos gobierna como merecemos, que no nos procura un bienestar. 

La prueba es que no han sido capaces de respetar los Acuerdos de San Andrés, afirma la narradora en entrevista con La Jornada. 

En su nueva novela, añade, intenta comprender mucho mejor el proceso de la conquista y por qué no hemos podido superarlo. 

Y es que, como nación, tenemos un nudo atorado que tiene que ver con la integración de esa visión del mundo que acepta un orden cósmico. 

Una parte de la profunda espiritualidad de los pueblos indígenas se basa en ello, en presencias y deidades, donde el agua, el fuego y el aire hablan, nos dicen cosas. 

La ley del amor


La historia de una pasión que sobrevive desde la caída del Imperio de Moctezuma, hasta el Siglo 23 en la Ciudad de México. 

Azucena es una astroanalista,na especie de psicoterapeuta altamente evolucionada que trata a los que sufren de problemas de karma.Como alma iluminada, Azucena finalmente alcanzó la recompensa de la reencarnación: encontrarse con su alma gemela,su verdadero amor, Rodrigo. 

Pero luego de una noche de suprema pasión, los amantes se ven separados, y Azucena debe emprender la búsqueda de Rodrigo a través de la galaxia y de 14,000 vidas.

El libro de las emociones


Primera incursión en el ensayo de la autora de Como agua para chocolate, sobre el mundo de las emociones y cómo estas influyen en nuestra mente y nuestro cuerpo, el papel de la memoria en nuestra mente y nuestro cuerpo, el papel de la memoria en nuestras vidas, la importancia de buscar una nueva percepción de realidad que nos hará más vitales y más sabios. 

A Lupita le gustaba planchar


Lupita, la protagonista de esta novela, es una antiheroína fuera de serie. Es una policía poco agraciada físicamente, con problemas de alcoholismo, que ha padecido la violencia y sobrevive en un medio donde reinan las apariencias, el dinero y el poder. 

En su búsqueda del amor, termina involucrada de forma azarosa en el asesinato de un político y debe desentrañar lo que hay detrás del crimen, pues su propia vida está en riesgo. 

Con su característico lenguaje accesible y enganchador, un refrescante humor negro y una profunda mirada espiritual, Laura Esquivel traza un fascinante retrato de una sociedad que ha perdido el rumbo, donde casi todos somos un poco Lupita y buscamos algo que nos salve del desamor.

Tan veloz como el deseo


A través de la mirada de su hija Lluvia, conocemos la vida de Júbilo, quien se encuentra en su lecho de muerte y sin pronunciar ninguna palabra. 

Antes, durante su infancia, que transcurre en los primeros años después de la revolución, se convierte en intérprete entre su madre y su abuela, una española y otra maya, que mantienen una distancia que parece insalvable, tanto en lo cultural como en lo personal. 

Desde entonces, descubre el inmenso poder de comunicarse y, guiado por esta inclinación de traducir y descifrar los sentimientos de los otros, llega a ser telegrafista. 

Recorremos la vida del protagonista, a través de su amor con Lucha, sus alegrías y los episodios que muestran su carácter bondadoso, así como sus experiencias adversas, sus sueños rotos y una conflictiva relación con don Pedro, todo lo cual le mostrará que el peso de los sentimientos y el deseo son las fuerzas determinantes de la vida. 

Como agua para chocolate


Tita y Pedro se aman. Pero ella está condenada a permanecer soltera, cuidando a su madre hasta que ésta muera. 

Y Pedro, para estar cerca de Tita, se casa con la hermana de ella, Rosaura. Las recetas de cocina que Tita elabora puntean el paso de las estaciones de su vida, siempre marcada por la presente ausencia de Pedro.

Como agua para chocolate es una agridulce comedia de amores y desencuentros, una obra chispeante, tierna y pletórica de talento, que se ha convertido en uno de los mayores éxitos de la literatura latinoamericana.