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jueves, mayo 11, 2017

Serie +qav # 3

María y Pablo
—¿Y cómo se supone que vas a hacer que vuelva Fabio? Lleva muchos años viviendo en San Francisco, es un afamado fotógrafo que no tiene tiempo ni para tomarse unas vacaciones… 

Fabio
Lo único que tenía claro eran dos cosas; uno, Sarah debía odiarme a esas alturas (yo me odiaría si hubiera estado en su lugar), y dos, la idea de volver a ver a Celia me aterraba. 

María
Ni fui capaz de contestarle y subí los escalones de dos en dos apenas sin aliento y sintiendo todavía aquel mareo que se empeñaba en no abandonarme. Entré en el dormitorio de los niños como un caballo desbocado para sentir, por una milésima de segundo, que se me paraba el corazón. Diego estaba profundamente dormido pero Lola…

Celia
Me acurruqué en su hombro y, por primera vez en veinticuatro horas, pude respirar tranquila, aquel momento me hizo saber que todo saldría bien porque él estaba junto a mí.

Miguel. Capitán de la Guardia Civil
Lo que más me frustraba de todo era el hecho de que mi amiga María necesitaba de mi brillante mente más que nunca, y a mi mente perversa le había dado por sospechar de …

domingo, marzo 19, 2017

Saga Ojos de Gata

1. Ojos de gata

Pasé por delante del espejo y no pude evitar quedarme paralizada mirando el reflejo que este me devolvía. 

Ahogué un grito en mi interior y comencé a sentirme mareada. 

Era como si esa escena la hubiera soñado antes, me sonaba todo, hasta la cara del chico que me miraba desde el espejo. 

Porque la imagen no era mía, de una mujer de treinta años recién cumplidos, con el pelo castaño y los ojos color miel. 

La imagen era de un chico joven, mucho más joven que yo, quizá tendría veinte años, atractivo, moreno, de ojos verdosos, alto, estilizado y musculado en su justa medida. 

Todo se volvió borroso de repente y caí inconsciente al suelo.

2. Ojos de gata - Los origenes

Val. Meyrargues, Francia

Los dormitorios de Cris y de Álvaro estaban bastante apartados del nuestro y estaba segura de que mi padre lo había hecho a propósito para que Hans y Álvaro permanecieran lo más lejos posible el uno del otro. 

Ambos se ignoraban por completo, pero había días que la tensión se podía cortar con un cuchillo. 

Émile. Digné-les-Bains, Francia. 1901

¡Qué suerte había tenido, recibir una herencia y que al final fuera más una carga que una bendición!
Sin embargo, tenía que reconocer que los perfumes que hacía eran buenos, muy buenos. 

De hecho era lo más delicioso que había olido nunca. Y esas tierras de lavanda, eran un sueño. 

Era evidente que si lo vendía, Irina no me lo perdonaría jamás, porque era obvio que todo lo que me rodeaba era su vida, las esencias, la lavanda, lo eran todo para ella; y que no me perdonara, por alguna razón que no lograba entender, no podría soportarlo. 

Antonie. Libejovice, Checoslovaquia, 1955

Ese día comencé a disfrutar de mi vida por primera vez desde que tenía uso de razón. 

Mi vida había sido siempre tan aburrida, cuidando de mi madre, estudiando (mi padre insistía en que estudiara de todo, incluso matemáticas), leyendo libros y cocinando. 

Ahora por fin tenía una razón para levantarme ilusionada cada día, incluso cada noche.

La abuela de Val

Ahora ya sabía lo asombrosa que era mi nueva nieta; aun siendo hija de un solo gato, tenía una habilidad de la que jamás había oído hablar, era una Désireuse. 

Por ello, no entendía la petición tan extraña que nos había hecho Eugène, no quería que ninguna de las dos, madre e hija, supieran la verdad sobre nosotros. 

Estaba de acuerdo con que Carla viviera en la ignorancia (ella no era una de nosotros), pero para mí no tenía ningún sentido que quisiera mantener al margen a su propia hija.

jueves, agosto 18, 2016

Serie +qav

+qav 1 Más q. un amor de verano


Patricia
Pat no podía imaginarse lo que le esperaba aquella noche en la fiesta de un desconocido millonario, parecía que después de todo el hecho de haber cambiado el cartel de “estoy divorciada y no confío en los hombres” por el de “solo quiero sexo, nada serio”, iba a dar sus frutos, aunque no como ella esperaba, a Marcos no había podido engañarle.


Marcos
Desde el principio supo que Patricia era la mujer que llevaba toda la vida buscando sin saberlo, aunque también intuía que le costaría hacérselo entender. 

Por extraño que pareciera, por primera vez los ojos de una mujer eran tan trasparentes que podía leer a través de ellos, y por eso sabía que había perdido la fe en los hombres. 


Clara
Después de un año intenso de dedicación a su carrera de danza y artes escénicas, además de un año de competiciones con su equipo de gimnasia, se merecía unas relajadas vacaciones junto a sus amigos de toda la vida. 

En sus pensamientos no había cabida para los chicos y sin embargo, Leo, el primo de su amigo Rodrigo, unos años mayor que ellos y medio italiano, iba a trastocar todos sus planes. 

Leo
No tardó en darse cuenta de que aquella morenaza preciosa, tan clara como su nombre, algo fría e inexpresiva, iba a hacer que la balanza entre quedarse en España o volver a Italia, ganara a favor de quedarse con su padre. 

Sin embargo, no se veía capaz de hablarle de aquello que podría separarles, tenía miedo de perderla. 

Además, no había necesidad de precipitarse, tenía tiempo para intentar explicarle su situación, o al menos eso era lo que pensaba.


María
Solamente su familia cercana conocía su don, un don un tanto molesto que le hacía ver y soñar cosas premonitorias sobre su familia desde que era muy pequeña, además, sus visiones solían cumplirse. 

—Mamá…, he tenido un sueño. He soñado con Clara, está encerrada en un sitio, se siente muy triste, necesita salir de allí como sea… Mamá, tienes que ayudarla…

—La voz de María denotaba la tristeza que debía sentir Clara, su sueño debía haber sido muy intenso

—. Mamá… ¿la ayudarás?
+qav 2 Un don un tanto molesto


María 

De una manera u otra, y aunque no lo hubiera buscado, siempre había estado unida a la muerte, por ello desde hacía un par de años trabajaba en una funeraria. 

Mis compañeros de trabajo enseguida se habían dado cuenta de los beneficios de tener una licenciada en bellas artes trabajando con ellos; yo era capaz de llevar a cabo cosas que ellos no sabían hacer y que ni siquiera les gustaban, por eso siempre me reservaban los casos más complejos. 

Como el que tenía en ese momento entre manos. Aunque… ¿Qué estaba sucediendo? ¿Sería otra sorpresa de mi don? 

Celia 

Aquel verano tenía un objetivo; dejar de ser virgen. 

Aunque en un principio había pensado que lo mejor sería hacerlo con un desconocido, alguien que no pudiera pedirme explicaciones, desde aquella noche me di cuenta de que estaba equivocada, quería hacerlo con él, con alguien a quien quería, con alguien en quien confiaba, con mi mejor amigo, con mi primo del alma. 

Fabio 

Era una locura, no podía seguir pensando en ella de ese modo, pero lo cierto era que no podía evitarlo; lo hacía a todas horas y me estaba volviendo loco. 

No podía permitirme fijarme en ella, mi padre me mataría y me culparía a mí, porque yo era el más mayor, el que se suponía que tenía que ser responsable y cuidarla para que nadie le hiciera daño. Pero… 

¿y si era yo quien le hacía daño? 

Marcos 

Echaba de menos el ruido; el violonchelo de Celia, las risas de Fabio y Celia que siempre se estaban riendo, la voz profunda de Alberto, Alejandro haciéndole preguntas a Leo constantemente sobre todas las cosas del universo, y por supuesto la presencia reconfortante de Clara. 

Pero entonces algo llamó mi atención desde la ventana del estudio. 

¡No podía ser cierto lo que estaba viendo! Había alguien flotando en la piscina de la casa de al lado. 

Sin saberlo, aquella situación inesperada me llevó a plantearme algo que me había pedido mi hija Celia hacía unos días… 

Carmen (Zarauz, 1932) 

Desde hacía poco tiempo mi don se había convertido en algo molesto. 

No estaba segura de hasta qué punto era una ventaja poder escuchar los pensamientos de los demás, sobre todo si solo los escuchaba cuando hablaban de mí. 

Aunque lo más curioso de todo era que tan solo había una persona a la que no podía oírle los pensamientos.