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viernes, julio 13, 2018

30 días para ser la mujer correcta

Solo hay una cosa a la que Kris nunca renuncia... ¡una apuesta!

No importa que sea una chica del montón, que odie los vestidos, que no sepa cómo seducir y que tenga el cabello hecho un desastre; le va a demostrar a su mejor amigo que es capaz de conseguir una propuesta de matrimonio en tan solo 30 días.

Y, de paso, ganarle por primera vez en la vida.

Andrew tenía una amiga perfecta, una camarada, una cómplice... Hasta que aceptó esa jodida apuesta.

Ahora lo que tenía era a una mujer demente que leía un manual para ser la «chica perfecta» y que tenía una cita. 

¡Una cita!

Pero sobre su cadáver iba a dejar que Kris se metiera con el primer cabrón de la cuadra. 

Y que quede claro que no eran celos, solo una apuesta.

domingo, abril 22, 2018

Todo o nada

La vida de Nora se estaba cayendo a pedazos. 

Su éxito estaba a punto de venirse abajo y en su casa tenía a un puñado de periodistas dispuestos a sepultar su carrera.

Necesitaba huir, pensar y, sobre todo, tomar la decisión más difícil de su vida.

Y entonces allí estaba Chris Maddock, dispuesto a ocultarla y sacarla de la ciudad. 

Solo había un problema. 

Él era un enemigo declarado, el periodista más rapaz de todos y quien se había encargado de destrozar su imagen, además de ser el hombre que años atrás la había vuelto loca y un maldito saco de masculinidad que gritaba pecado por todas partes.

¿Confiar en ese charlatán? 

¡Ja!

Tenías que ser tú

¿Qué un jovencito se había metido en la casa de su madre y era su amante? 

Ja, pues más le valía a ese fulano que disfrutara el poquito tiempo que le quedaba allí, porque Tessa no iba a permitir que jugaran con su inocente progenitora y a ese lo pondría en su lugar. 

El problema era que el abusivo estaba como para comérselo y su madre más feliz que nunca... 

Así que habría que usar la artillería pesada. 

¡Lo iba a enamorar y después lo tiraría muuuuy lejos!

Para siempre

Él era el pecado… 

Brad Nelson solo le había escapado a una cosa en su vida. 

Las relaciones serias. 

Mas, de súbito, se halló demasiado perdido y aterrado… fue entonces cuando se cruzó en su camino. Y Dios sabía que la última vez esa maldita mujer le había echado a perder la vida. 

Ella era una romántica… 

Deb Downey lo tenía claro, había metido la pata demasiadas veces en lo que se refiere a relaciones. 

Era una adepta al amor y siempre y en todo momento se enamoraba de hombres que no sabían devolverle lo que les daba. Mas ya había aprendido la lección. 

Juntos eran carga radioactiva… 

Entonces ¿por qué razón se atraían como imanes? 

Ella era la chavala que procuraba una relación y él, que detestaba a ese género de chicas, no obstante, no dejaba de acercarse, avizorarla… como tantos años atrás. 

Quédate

Josh estaba de paso, pero eso no había impedido que sus ojos se clavaran sobre la misma morena que sin inmutarse lo había mandado al calabozo. 

Un hombre de su éxito estaba acostumbrado a que las mujeres reclamaran su atención... dulcemente, no acusándolo de delitos inventados. 

Y justamente por eso lo atraía. 

A ella él le importaba un carajo... Pero Josh estaba dispuesto a trabajar en ello. 

Sí, señor, ¿qué clase de idiota dejaba escapar a las morenas sexys de carácter fuerte?

Un amor sin contrato

Jane estaba acostumbrada a meter la pata, era el precio de tener ese carácter del demonio. 

Pero arrojarle una cerveza a ese estúpido peón y decir frente a él que el jefe era un bueno para nada, había sido un error de los gordos... 

Básicamente porque el estúpido peón y el jefe bueno para nada eran la misma persona. 

Ahora tendrá que lidiar con él hasta que el trabajo acabe, tratando de salir victoriosa en cada pelea ya que él parece empeñado en cabrearla y seducirla a partes iguales. 

Un momento, ¿seducirla? Bah, si eso que sentía en el estómago no eran mariposas, segura como el infierno que eran parásitos y ¡solo eso! 

lunes, noviembre 28, 2016

Siempre fuiste tú

La historia de Anne y Tom no había terminado nada bien.

Pero mucha agua había corrido desde entonces.

Tendrían que trabajar duro juntos y no morir en el intento, porque de ello dependía el resto de sus vidas.

Ella una terca desconfiada que necesitaba estabilidad.

Él un vaquero empecinado libre como el viento.

La pareja perfecta, sin duda.