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martes, junio 26, 2018

Saga Los Ocultos

1. Mi Custodio

Dejadme que me presente, soy un Custodio, un Oculto. 

Un ser que vive en las sombras desde hace dos mil cincuenta y ocho años. 

En mi vida solo hay una misión: proteger a los Humanos, aunque los odio con toda esa alma que perdí hace tantos años.

Sin embargo ahora todo ha cambiado. 

La he descubierto a ella, mi destino; mi luz. 

La necesito. 

La quiero.

Desde que la percibí por primera vez, mi existencia tiene un objetivo. Pero la busco y me elude… Ya no puedo soportarlo más.

Si pudiera estrecharla entre mis brazos no me importarían las consecuencias ni que castigo me espera. 

Porque ella... Ella es diferente. 

Cuando por fin la tenga a mi lado, me dará igual todo lo que ocurra.

¿Podré llegar a alcanzarla?

2. Mi bestia

Mil años de convivencia con mi Bestia fueron suficientes para saber que se traía entre manos algo raro. 

Si no, ¿a cuento de qué se desataba y no atacaba? 

¿Por qué me despertaba siempre en el mismo sitio, frente a ese chalet? 

Esos episodios se repitieron durante la última década, pero en los últimos meses se sucedían casi a diario. 

¿Qué estaba pasando? 

¿Qué es lo que esperaba mi Bestia que ocurriera?

Tantas preguntas hicieron que buscase respuestas en los moradores de la casa.

Y así es como la conocí a ella.

Mi vida cambió radicalmente cuando yo, una bestia desalmada y egoísta, fijé como único objetivo de mi inmortal existencia hacerla mía.

Aunque algo me dice que va a ser una misión imposible; las princesas hermosas jamás se quedan con el monstruo del cuento…

3. Mi druida

Cuando Alba me pidió escribir sobre mi vida no supe dónde me estaba metiendo. 

Y no porque hurgar en dos mil años doliese, sino porque no sabía por dónde empezar.

Ella dice que por el principio, pero ¿cuál de ellos?

¿Debo empezar por el momento en que desperté convertido en un Oculto, perdido y sin memoria? ¿O tal vez por el momento en que descubrí que dentro de mí vivía un invitado no deseado que tambaleaba mi autocontrol a cada segundo y que, si se desataba, toda la Humanidad correría peligro?

¿Acaso por el momento en que todas mis esperanzas y cualquier deseo de futuro se aniquilaron cuando descubrí mi segunda maldición, esa que me impedía tener sexo? 

No… Creo que lo mejor es empezar por el instante en que mi mediocre vida tomó sentido cuando una criatura con carita de duende y cabello castaño rojizo apareció en escena, pese a saber que nunca, jamás, la podría tener.

¿Nunca?

Mi nombre es Dru. 

Y esta es mi historia.