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viernes, agosto 12, 2016

¿Y si no es casualidad?


Celia tiene una vida ordenada que comparte desde hace cuatro años con Rubén, su novio, un abogado guapo y trabajador, aunque poco espontáneo y nada detallista. 

Ella está convencida de que todo lo que ocurre en el universo, lejos de estar escrito en las estrellas, es fruto de la casualidad. 

El día que cumple treinta años sus amigas le regalan un precioso vestido acompañado de una casual noticia: tienen la dirección de Marco Ferlini, un antiguo amigo a quien perdieron la pista y con el que Celia mantenía una estrecha relación de amistad con derecho a cama.

Con el resentimiento y la curiosidad de saber qué habrá sido de su vida, Celia se decide a escribirle una carta. 

Pero la respuesta no es la que esperaba. 

Atraída por la impertinencia de su misterioso remitente, Celia se ve arrastrada a mantener una fluida correspondencia con él, creándose entre ellos un mundo paralelo al margen de sus vidas. 

¿Quién se esconde tras esa correspondencia? 

¿Podrá el destino cruzar sus vidas de nuevo?

Historias de mi contraluz


Este es un viaje al lugar donde todo comenzó, y contiene una selección de relatos que la autora escribió al iniciar su aventura en el mundo de las letras. 

Dentro encontraréis historias de parejas que se conocen de manera insólita como es el caso de una que, a pesar de llevar trabajando años en el mismo edificio, coincide gracias al botón de un abrigo; o la de otra que viaja en metro a diario y por casualidades del destino se descubren en la otra punta del mundo; o aquellos que se conocen a través de la red y deciden citarse. 

También está la historia de Lino, un gato singular que cuida de un anciano y se cuela en la terraza de su vecina; o la de un niño que perdió su sombra y no es Peter Pan...

Treinta postales de distancia


Un pasado que creía superado, una amiga histriónica en la distancia, un mejor amigo encantador y un vecino algo peculiar. 

Sofía lo tenía todo, o creía tenerlo porque un buen día se encontró rodeada de "ex" (propios y ajenos), casualidades, malentendidos y un buzón lleno de postales.

Dicen que el amor lo podemos tener justo al lado, sólo hace falta mirar para verlo. Para Sofía, el amor se encontraba a treinta postales de distancia.

Sofía, una ortodoncista, se traslada desde Mallorca a Málaga para cambiar de aires, después de una ruptura sentimental. 

Un año antes, y a través de Facebook, se había reencontrado con un amigo de la infancia, Manu, que es el que la ayuda a instalarse. 

En el ascensor de la finca donde vive, coincide todos los días con Jaime, un hombre que al principio le parece muy estirado, pero con el cual, por uno de los muchos malentendidos que se suceden en la novela, comienza una relación de amistad.

¿Por qué el amor de Sofía se encuentra a Treinta postales de distancia?