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viernes, septiembre 02, 2016

Trilogía El Líder

1. El líder hada

Todavía no me ha dado tiempo a valorar lo mucho que apreciaba mi vida antes de despertarme en aquel oscuro agujero. 

Nunca llegué a aceptar que lo peor que le puede ocurrir a una chica lo estaba viviendo en primera persona. 

Luché desde el principio en la medida de lo posible, me adapté a lo que ellos me exigían y sufrí la pesadilla muerta de miedo sin conocer cuál sería mi futuro inmediato a pesar de que mis responsabilidades se cumplían con una finalidad.

Me lo arrebataron todo junto a cada una de mis emociones que eran explotadas al límite hasta que me descuidé distrayéndome y consiguieron su objetivo de convertirme en una más, una discípula de sus palabras acatando cada orden sin replicar.

Ellos creían que dominaban a la chica frágil que no podía negarse a lo evidente, que mi subordinación sería una gran ventaja para todos y que ser parte de la familia me abriría nuevas etapas para el beneficio de mi propio bienestar.

Y ese era mi destino hasta que el líder se cruzó en mi camino.

Entonces, supe que siempre lo había cambiado todo. Incluso a mí.

2. El Imperio

Él planeó mi destino a conciencia y confirmó mi marcha contradiciendo su fe. 

La supervivencia me sentenció a superar una traición con el dolor del puñal ardiente clavado en mi corazón.

No obstante, se convencieron que adiestraron a una chica que cargó con la pena del encierro y que regresaría la misma que un día fue condenada. 

Pero poco a poco, me desenvolví luchando contra mi propio lamento y contra los responsables de la trama que sostenían las cuerdas tensas que ataban mi alma.

Mi mayor error es que fui una más. Quise serlo y me integré porque tenía la esperanza de que el hombre de los ojos de oro me concediera la libertad. 

Viví mi experiencia en el silencio de esta confabulación inhumana, batallando en un baile de emociones que se alzaban y descendían a medida que el tiempo me arruinaba. Acaté las órdenes respetando las normas en mi propósito de buscar una respuesta a los sentimientos que me atormentaban.

Hasta que el líder se pronunció desgarrando la única ley que me enterraría.

La agonía se repite.

El imperio gana.

3. La huida

Su particular forma de decirme adiós retumbó en mi corazón durante una semana. Perdida en el abandono de mi íntegra soledad, colisioné con un enorme trance que me provocó la agonía de un nuevo terror que cambiaría mi vida. 

De regreso al imperio me encontré con un hombre que me miró a los ojos, entonces supe que ya no éramos los mismos. 

Tanto el líder como yo caminamos juntos de la mano por la única travesía que siempre nos había guiado hacia nuestro amor. 

Procuré controlar los impulsos que la presión ejercía sobre mi indirectamente, con la única intención de proponerme llevar a cabo una idea para que el tiempo se detuviese indefinidamente. 

El reloj de arena me retuvo en el más absurdo desconocimiento de lo que verdaderamente sucedía a mi alrededor. Amando a un líder que me entregaba su alma en mis manos, me detuve por un instante a comprobar si lo que veía era verdad o una realidad distorsionada. 

Sufrí el mayor choque que me condenó por culpa de una acción que determinó mi futuro. 

La huida fue el comienzo de mi fin.