1. Una chica mala
Aunque Cinthya había jurado no volver a pisar su país, y mucho menos la casa de sus padres, la boda de su hermano le obliga replantearse su decisión.
Además, por una indiscreción, se entera de que Alex, el amor de su juventud que la rechazó de forma tan cruel, va a casarse también. Decidida a dejar atrás y zanjar de una vez esa etapa de su vida, regresa a su ciudad.
Sin embargo, los viejos sentimientos y recuerdos que alberga su corazón volverán su mundo del revés. Su tranquila y controlada vida se tornará un caos y, cuando antiguas rivalidades, situaciones absurdas y malentendidos se pongan de manifiesto, en la mujer segura e independiente que creía ser aflorará su parte más oscura y negativa.
Es su última oportunidad y solo hay dos finales posibles para su historia: o se convierte en la bruja mala del cuento... o en la chica que conquista al encantador Príncipe Azul.
2. ¿Solo una chica buena?
Maricela ha vivido siempre bajo las estrictas reglas de sus padres.
Su mayor deseo era ser la directora comercial de la empresa de alimentos SAACSA y formar una linda familia al lado de un esposo que la quisiera y respetara.
A raíz de su turbulenta relación con Javier Montalbán, su mundo cambió convirtiéndose en un auténtico caos.
El puesto que tanto añoró fue entregado sin más a otra persona, pero no a cualquiera, sino a Manuel Rodríguez, su primer amor, el hombre que le rompió el corazón.
Enamorada de uno y casada con otro… Solo a ella le podía ocurrir algo así, ¿cómo haría para salir bien librada de semejante lío?
Manuel había esperado cinco años para reclamar lo que por derecho era suyo.
Lo que jamás esperó es que al regresar, su chica buena se hubiese convertido en todo un enigma del cual no sabía ni qué pensar.
Sorpresa tras sorpresa, Maricela lo tenía realmente consternado, pero al mismo tiempo fascinado.
3. La buena, la mala y yo
¿Puede el amor de un hombre honesto restaurarlo todo? ¿Incluso un alma rota?
El esperado desenlace de la trilogía «Solo chicas».
Bárbara, a raíz del divorcio de sus padres, comprendió de forma cruel que los cuentos de hadas con final feliz son solo fantasía.
La niña mimada que fue, de pronto se vio expulsada de su maravilloso palacio de cristal, para quedar a la deriva y vulnerable en un mar de erróneas decisiones de cuyas consecuencias aún hoy le es imposible escapar, pues para su desdicha, el pasado siempre regresa.
Durante años, creyó tener el control de su cuerpo y emociones, se sintió una mujer madura dueña de sí, pero el desprecio de Ian, un chico atractivo, rico y en apariencia perfecto, resquebrajó su frágil coraza y le recordó la fealdad que en ella se guarda.
La sensación de ser solo un objeto carente de valor que se usa y se tira terminó por demoler el poco respeto que tenía por sí misma.
Destruida hasta los cimientos e incapaz de erguirse dentro de su caos emocional, jamás sospechó que la motivación necesaria para salir adelante llegaría a través del hombre más remilgado, odioso y frustrante que pudiera existir.
El verdadero príncipe azul no siempre se presenta montado en un espectacular corcel blanco, a veces lo hace a través de una simple llamada de atención.